Publicado el 9 septiembre, 2011 por Ana Pérez
Hablemos de los nuevos controles de tráfico selectivos para motocicletas.
Lo dice la DGT y el consejero de mi comunidad autónoma, que soy peligrosísima, y no tengo más que darles la razón, porque está comprobado. Cuando me subo al coche soy una aburrida funcionaria que se pone una crema antiarrugas cada mañana, con su hipoteca a 30 años que conduce con prudencia, respetando incoherentes y variables límites de velocidad y que disfruta de toda clase de ventajas a la hora de contratar un seguro por ser una auténtica maruja.
En cambio dicen por la tele toda clase de organismos oficiales que por tener moto gorda y una franja de edad (por el momento me salvo por el género, pero todo llegará en cuanto se entere de tamaña discriminación alguna Ministra de Igualdad) en cuanto me acerco a la moto me transformo en un monstruo de la carretera, y tienen razón.
Al ponerme el casco los ojos se me inyectan en sangre, me entra un tic nervioso en la mano derecha consistente en girar la muñeca y retorcerla compulsivamente y lo peor es que en cuanto veo un guardarrail estoy deseando estamparme con él y busco mil maneras para salirme de la curva con salero. No debo fiarme de que me sale el seguro baratísimo ya que según mi aseguradora la siniestralidad de mi sector de edad, tipo de moto y género es testimonial, o de que en todos mis años conduciendo jamás me han puesto una multa por exceso de velocidad. La tele dice que soy un ser envilecido por conducir moto gorda y van a por mí y a por el resto de compañeros (y compañeras) del metal.
Llevamos desde primavera con diferentes controles selectivos para motocicletas con el objetivo de rebajar la siniestralidad en moto, y ahora se anuncian a bombo y platillo medidas de control sobre los motoristas de gran cilindrada de entre 30 y 45 años de edad. Está claro que con el casco puesto es imposible saber la edad del piloto y vamos a pillar todos (y todas) porque una vez que te han parado ya no van a decir que te dejan marcharte por ser un polluelo.
Lo hemos hablado en casa y lo más prudente para el bolsillo será dejar la moto aparcada unos días. Lo de que “yo siempre voy bien” no funciona: a mí me han multado dos veces porque a la matrícula de la moto de campo, que (además de no correr “ni patrás” en carretera con sus ruedas de tacos) tiene una fatal tendencia a caerse al suelo y romper portamatrículas le faltan unos grados de inclinación para salir bonita en las fotos del radar. Si buscan, algo encuentran. Aburriendo a los conductores a base de controles y obligando a coger el tren a todo el mundo yo también acabo con la siniestralidad y presento unas cifras chupiguays a final de año.
En definitiva, quien es un bestia ya puede hincharse a ver campañas de concienciación por la tele, que lo van a dejar igual de bestia que estaba, y lo mismo da que lleve moto, coche, camión o un par de patines. En cambio estas campañas lo único que consiguen es tocar las narices de la gente que hace las cosas bien hechas y paga a tocateja sus impuestos (y sus multas).
PASCU
RAFAGAS