Los guardarraíles no son peligrosos sólo para motos
Javier Costas En el mundo antiguo la infantería utilizaba armas cortas para el combate cuerpo a cuerpo, si acaso lanzas con poco alcance, pero el espíritu era el mismo.
Atacar con un cuchillo o una lanza, y defenderse con un escudo.
Este recurso militar de antaño esconde una realidad física impepinable,
y es la presión. Cuando un cuerpo colisiona con otro o se ponen en contacto, hay una superficie que “une” ambos cuerpos temporalmente, y se aplican una fuerza. Esa fuerza puede ser naturalmente
el peso.
La presión se define como la fuerza dividida por la superficie, utilizando sistema internacional, la unidad de fuerza es el Newton y la de superficie el metro cuadrado, la presión se mide pues en Newtons/m². Ahora dejemos la física y pasemos a los casos prácticos.
¿Por qué un guardarraíl es tan letal para un motorista? Cuando una persona se cae de la moto y tiene la malísima suerte de chocar contra un guardarraíl, hay muy poca superficie de contacto y para postre mucha “inercia”,
es decir, energía cinética. La presión que se ejerce sobre el cuerpo es brutal.
Volvamos ahora al guerrero antiguo. Cuando quiere atacar, imprime toda la fuerza posible a su lanza para que choque contra el cuerpo de otro guerrero o en un mal caso, contra su escudo. La superficie de contacto es mínima, así que la presión es muy elevada.
¿Cómo protege el escudo? Disipando la fuerza por una superficie mayor.
Sabiendo esto,
no es de extrañar que los guardarraíles más seguros que se están diseñando tengan mucha más superficie contra el motorista, para que la fuerza se reparta sobre una superficie mayor y por tanto la presión sobre el cuerpo disminuya. Ha quedado clara la efectividad de estos nuevos diseños.
Ahora bien, ¿como automovilistas estamos a salvo? Si colisionamos de frente contra un guardarraíl, nos viene bien, ya que todos los pilares reciben el impacto, de forma repartida, y la energía cinética del coche se disminuye, acelerando su detención. Darle de lateral también es bueno, ya que ayudan a frenar.
El problema es como se nos presente el peor caso, y es embestir un guardarraíl justo por su origen y cuando no nace del suelo. Es el caso de este desafortunado conductor que ha visto su deportivo de más de 124.000 euros convertido en un simple “pincho”. Eso sí, tuvo la suerte de no formar parte de la receta por centímetros.
¿Cómo es posible, si hablamos de un coche moderno y seguro? Fácil, la parte del coche que colisionó, además de ir muy rápido respecto al guardarraíl (velocidad=0), no fue capaz de soportar la tremenda presión que supuso tan poca superficie de contacto y encima afilada… como las lanzas estáticas del mundo antiguo.
Así que ya sabes, búscate la forma de NO chocar contra un guardarraíl de esa forma, es preferible chocar contra un camión parado o un objeto más grande (si puede ser otro coche… parado, con personas tendríamos otro problema), o volcar, o salirse de la calzada… cualquier cosa menos convertirte en un “pincho” de conductor.
Y no sólo hay que vigilar a los guardarraíles, cualquier objeto de poca superficie hay que mirarlo con cuidadito, como esta valla, que ha conseguido atravesar de lado a lado, y sin mucha dificultad, un duro todoterreno (no en su parte más dura, pero supongo que se me entiende).
Memoriza esta fórmula, puede salvarte la vida:
presión = fuerza / superficiePASCU
RAFAGAS