¿Tres son multitud?22/06/2009 - Reportaje
No es relevante para este artículo si GPS significa
Global Position System o Ganas de Pagar Sabedioselpastón; ni siquiera cómo y por qué sabe el dichoso aparatito dónde estamos situados con un error mínimo. Hacienda también sabe todo sobre cada paso que damos y la gente prefiere no pensar cómo. Hay algunas cosas en las que es mejor creer y punto. Aquí, lo que en realidad nos preocupa, es ver cómo algo que ya llevan hasta los buscadores de setas puede beneficiarnos a los moteros estándar, y luego allá cada uno hasta dónde quiera llevar su curiosidad.
A pesar de parecer una pijada, el GPS para moto es más útil de lo que parece. Conviene tener claro que, en realidad,
GPS se llama el aparatito que nos
posiciona y
navegador el
programa que lo plasma en bonito en una pantalla, aunque aquí para resumir le vamos a llamar GPS al conjunto de ambas cosas. Así, como callejero, al motero ciudadano le puede evitar un número importante de ‘pirulas’ para llegar a su destino y ofrecerle, de paso, distintos itinerarios alternativos para poder elegir. Esto último es especialmente interesante en las grandes ciudades, ya que según las horas punta, las zonas de congestión habitual de tráfico, o la celebración de algún gran evento público, la línea más corta entre dos puntos no siempre será la más recta.
Sin embargo, donde se le puede sacar más jugo es en ruta. Si estamos haciendo una excursión por una zona que no conocemos, el grabado previo de itinerarios es una ventaja notable. La posibilidad, además, de marcar puntos de paso que nos puedan ser de utilidad por cualquier razón (
waypoints) y la carga automática de posicionamientos para no perderse (
tracks), son una ayuda definitiva. De utilizar los mapas clásicos a manejar un GPS, dando por sentado que ambos deben de ser consultados con una parada para no distraernos, podemos ganar hasta un 30% más de tiempo, que luego nos vendrá fenomenal para añadírselo al aperitivo, la siesta o a cualquier otro placer mundano digno de un buen motard. Ahora, suponiendo que encima de todo seas un ser tecnológicamente integrado en la sociedad, el abanico de excelencias al montar un GPS en la moto se incrementa ostensiblemente. Apoyado en
cartografía digital y programas adecuados de ordenador, puedes crearte tú mismo previamente las rutas con total precisión (sobre todo si vas a realizar algún tramo por campo), cambiarlas o completarlas con otros amigos, procesar la detallada información que se acumula al finalizar la misma para contrastar tiempos, velocidades, perfiles, e incluso plasmar gráficamente sofisticados montajes digitales con el fin de confeccionar esos temibles libros de batallitas personales con los que luego castigar en las tardes de invierno a las amistades más inocentes.
En cuanto al tipo de GPS más apropiado, mi consejo es ser razonable. No tiene sentido montar en una cincuentilla un GPS que le acabamos de
mangar al campeonísimo dakariano Peterhansel, como tampoco lo tiene gastarse una fortuna en tecnología para sacar la moto dos veces al año e ir a comprar churros. Ya me entiendes. En el medio está el equilibrio. Uno apañadito, tanto si está integrado en una
PDA (posibilidad de incorporar software) como envuelto en paquete ‘cerrado’, tipo de los comercializados para coche, es suficiente. La cuestión es que ofrezca lo más claramente la posible
posición, desviación máxima de posición,
brújula,
velocidad, distancia recorrida, y una mínima
memoria para grabar posiciones, tracks y waypoints. Contra más sencillo, mejor, para poderlo manipular fácilmente en pequeñas paradas o visualizar sin problemas en el stop de los cruces. Eso sí, te recomiendo de todas formas seguir llevando el mapa de toda la vida, porque a estos no se les gasta traicioneramente las pilas, y porque no vaya a ser que en una cruzada de cables abandone el grupo expedicionario el dueño del GPS (no te rías, que pasa con más frecuencia de lo que crees) y tengas que volver ‘de oído’.
Reportaje:
Pedro FreirePASCU
RAFAGAS